En esta serie de obras pictóricas exploro el paisaje marino conjugando los espacios básicos (cielo, mar y tierra) a través de la composición, la luz y el color. Los tres estados de la materia se representan con técnicas asociadas a cada elemento buscando así una coherencia de concepto y forma.
El cielo, que se percibe como el elemento gaseoso, se plasma a través de técnicas etéreas que juegan con los degradados, la transparencia y la sutileza de los tonos. Por su parte, el mar, cobra vida mediante movimientos fluidos, escurridos y salpicaduras, reflejando el carácter cambiante del líquido. Finalmente, la tierra, sólida y estable, se construye con texturas densas y colores profundos contrastando con la inestabilidad de los otros dos elementos y proporcionando un punto de anclaje visual en cada composición.
El mar en estos paisajes se convierte en un espejo de la psique humana, reflejando estados de ánimo como la calma, la intensidad, la tensión… La climatología representada no es solo un fenómeno físico, sino una reflexión sobre la interacción entre los elementos de la naturaleza y su capacidad para transmitir emociones humanas.